El uso de la cartografía en las artes visuales aporta a las reflexiones sobre las prácticas y problemas sociales o políticos de una sociedad, al desarrollar herramientas que “dibujan” una experimentación continua de un entorno general o específico. El uso de la cartografía además genera un proceso de reflexión activa qué conlleva a la generación de conocimiento y fomenta la investigación sobre un entorno, sobre una realidad social, sobre un sistema de mercado, sobre una manera de interactuar del comercio, de la política, de la cultura, de la moda, de las personas.
Desde el punto de vista etnográfico, es todo un compendio de vectores, que nos pueden definir como especie, aparte de lo anterior, la utilización de la cartografía en las artes visuales genera procesos de formación y de producción de formas de conocimiento a partir del trabajo de reflexión sobre arte, sociedad e identidad y le da trascendencia al accionar comunitario, permitiéndole expresar por medio de este tipo de mecanismos participativos, un sentimiento o una idea respecto a una problemática específica; lo anterior, por ejemplo podría reflejarse en los movimientos migratorios en países como Colombia en donde tenemos más de siete millones de desplazados internos y según noticias recientes más de 6400 asesinatos de ciudadanos en los mal llamados “falsos positivos”. Las posibilidades de generar a través de estas “rutas” cartográficas productos visuales que involucren a la sociedad puede generar en sí una conciencia superior de la realidad política, de Colombia o de cualquier parte del mundo, a donde se lleven a cabo estos desarrollos, la creación de estas cartografías generan en sí mismas esquemas claros de relaciones de poder y flujos de toda índole que basado en el pensamiento crítico puede generar movimientos de resistencia; los croquis topográficos y geológicos de la vida humana se ven ahora reflejados como producciones artísticas y generadores de conciencia.